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abr 26Gustado por José Luis Hurtado

Maravilloso análisis de una enorme serie. Para mí, los subtítulos tienen todo el sentido del mundo para hacer presente el choque cultural, y acentuar el papel de Mariko como traductora. También me gusta el ritmo que dices lento por momentos, pero que a mí me parecen lo adecuado y coherente con mostrar en la serie una sociedad más ceremonial y diferente a la prisa y vehemencia occidental. Por último, y aunque sé que para ti Toranaga es un villano de libro, al menos no usas esa palabra con él en el artículo y solo lo comparas con otros que si cumplen la definición. Para mí no hay dualidad en él, sino que su estrategia sólo funciona si no pone las cartas sobre la mesa y va utilizando los peones en el tablero o al final a la reina, para ganar la partida. Su herencia, que le permitía aspirar a Shōgun, su experiencia en batallas y su capacidad para la estrategia le permiten ser ese estadista a la altura de lo que llega conseguir. A Blackthorne le permite vivir sin salir de allí porque a diferencia de Yabushige no le traiciona por la espalda, y tampoco puede permitir que salga del país con lo que sabe. Por tanto cierra el tapiz que ha tejido para crear una nueva era en Japón sin guerras durante más de dos siglos y medio, sin ser carne de cañón entre potencias extranjeras con mayor capacidad militar al aislarse. Para mí, toda la admiración a Toranaga, porque ha conseguido lo que quería, y ha sabido aprovechar cada circunstancia interpuesta (como la muerte de su hijo) para usarla a su favor. ¡Toda una delicia leer tu artículo!

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