Hola a todos y bienvenidos a la Newsletter de los viernes de “Over the Top”.
Antes que nada, muchísimas gracias por el apoyo que estáis dando al proyecto y sobre todo por los comentarios y “likes” que al fin y al cabo son la única forma de saber si os gusta los que escribo por aquí. Por cierto, no dudéis en recomendarlo si os apetece y creéis que lo que estoy haciendo merece la pena. .
Esta semana hemos tenido el estreno de “The Last of us” en HBOmax, que a mí me ha sorprendido y gustado bastante, y he continuado viendo mi serie favorita de este comienzo de año: “Happy Valley” (esperar semana a semana para conocer el desenlace de este maravillloso drama policial, me está poniendo taquicárdico).
Por otra parte, terminé la primera temporada de “Industry” (HBOmax) de la cual me bajo muy decepcionado (ya os contaré por qué en el “Bala extra” del próximo viernes con Pedro M. Sánchez). Y mientras espero a que me cuadren las fechas para darme de alta de AMC+ y poder ver “Entrevista con el Vampiro”, voy poco a poco recuperando las temporadas anteriores de “For All Mankind” de AppleTV+, que me está gustando bastante más que cuando le eché un tiento cuando se estrenó, hace ya unos añitos .
Y claro, hablando de AppleTV+, hoy voy a aprovechar el estreno de su serie documental “Superliga: Guerra por el fútbol” (que ya he visto completa) y la subida de precios para poder ver “La Liga Santander” vía OTT, para hablar de futbol.
Lo de DAZN
Empiezo por el final, y es que DAZN la adjudicataria en España de la mitad de los partidos de la “LIga Santander” ha optado por una subida de precios (muy significativa) de todos los planes, y especialmente de los de dicha competición.
Nuevas tarifas desde el 16 de Enero de 2023 junto a algunas de las jugosas ofertas personalizadas que ya les están llegando a los primeros usuarios que se dan de baja y que mantienen precio por más contenido (vía Twitter).
He sido usuario de la OTT toda esta temporada, y venía ya advirtiendo de distintas maniobras que daban a entender que a la plataforma los números no le estaban saliendo: Primero fue lo de dificultar la baja de usuario exigiendo que se hiciera con un mes de anticipación (dar sólo la mitad de los partidos y conocerlos con cierto adelanto, permitía al usuario darse de baja cuando no fuera su equipo el retransmitido, y volver a engancharse unas semanas después). Después aparecieron los anuncios antes, durante y después de las retransmisiones (muy molesto cuando se caía la conexión y al reiniciarla te metían un spot publicitario externo) y finalmente el mazazo ha llegado con la desaparición del paquete “La Liga” (aunque se mantendrá durante esta temporada para aquellos que no cancelen), obligando a los que quieran ver el fútbol español a contratar el “DAZN Total", pasando de pagar 19€/ mes a 30€/mes (25€/mes si se paga el año completo fraccionado, es decir con compromiso de permanencia).
Pero “no preocuparse”, porque “habemus mercadillo persa” a la hora de la baja (me pregunto cuantas bajas llevarán tramitadas esta semana para recular de esta forma). Según cuentan varios usuarios de Twitter, en el momento de formalizar el adiós te ofrecen desde 3 meses por los mismos 19€ que estabas pagando, hasta incluso el DAZN total a ese precio (Liga+Premiere+Motor); eso sí, con permanencia de 1 año. Sí amigos, habéis leído bien, “PERMANENCIA”, ¡Vuelven los 90!. Y mientras tanto, los amigos de las IPTV frotándose las manos y bailando la “Conga del Mejillón”.
Explicar la subida de cuotas en DAZN es sencillo: Una deuda considerable (de unos 2.000M$), una inversión reciente de más de 9.600 M$ en derechos de transmisión deportivos para varios países, y la promesa firme a sus accionistas de que por fin en 2024 será rentable.
Por lo tanto hay prisas y por eso esta semana se ha puesto en modo multitarea: Ha subido cuotas en todos sus planes en España (en algunos casos un 46%), ha sacado de las Apps de Movistar+ y de Orange su contenido, y se ha estrenado como “Channel” en “Prime Video” en España con pago aparte (ya anuncié en Twitter estas navidades que estaban en pruebas). Y habrá más, porque se van a meter en un futuro en la venta de “merchandising” y entradas, y no se descarta una suscripción de contenido limitado con anuncios “a lo Netflix”.
DAZN no es “BeIn” ni “MiTelePlus”, y tiene poco de chiringuiito, pero parece imposible pensar ya, que alguna vez se podrá ver el fútbol español de élite en una OTT por menos de 20€/mes con “Simulcast” y sin permanencia, al menos hasta que no se regulen sueldos de futbolistas y presupuestos de clubes.
El elefante en la habitación
Y ahora hablemos de lo otro, de la nueva y definitiva guerra del fútbol que probablemente acabe con el deporte tal y como lo hemos conocido hasta ahora (aunque con la entrada de los nuevos propietarios de clubes de futbol desde hace unos años en adelante y la llegada del VAR, sea ya bastante irreconocible). Una guerra entre los que defienden un nuevo deporte que atraiga a grandes masas (sobre todo de jóvenes) con una proyección global alejada de localismos y con nuevas reglas (lo último que se propone es que el reloj se pare cuando no se juegue, como en el baloncesto) y que tiene enfrente a los ¿románticos? o a aquellas personas para las que el fútbol tiene una fuerte componente sentimental y forma parte de sus raíces y herencia familiar. Una lucha entre tradición y evolución en la que parece que sólo puede quedar uno.
Y en medio de todo esto, de este conflicto durmiente… la “Superliga”.
Recordemos: El 19 de Abril de 2021, se anunció oficialmente la creación de la “SuperLiga” tras dos días de rumores. Una competición destinada a cambiar para siempre la organización y la distribución económica del fútbol en Europa.
La nueva competición buscaba asegurar una red de ingresos estable y predecible para los equipos participantes, que esperaban mejorar sus presupuestos y aumentar su competitividad en base a una liga parcialmente cerrada y alejada de la meritocracia. Esta nueva liga, contaba con el respaldo de doce de los clubes más importantes de Europa, incluyendo varios de la Premier League, La Liga y Serie A, que se unirían para crear una competición de alto nivel por un montante económico hasta ahora nunca visto. En palabras de su máximo impulsor, el presidente del Real Madrid Florentino Pérez, “la única solución posible para salvar el fútbol”.
La competición nacía con el objetivo de atraer a las nuevas generaciones de espectadores, que cada vez más, optaban por otros tipos de entretenimiento, y a la vez buscaba posicionar globalmente el fútbol europeo, en dura pugna con las ligas de los deportes mayoritarios en EE.UU., con Netflix, con Twitch, los videojuegos, y todas esas cosas con las que mata el rato hoy en día la muchachada.
La creación de la “SuperLiga” supuso de facto, un “golpe de estado” a las estructuras tradicionales que regían el fútbol europeo y a su principal competición, la “UEFA Champions League”, un torneo que congrega globalmente a más espectadores que la “Superbowl”, las finales de la NBA y las “World Series” juntas. Y así, precisamente con esa última frase, arranca la serie documental que AppleTV+ estrenó hace apenas una semana. Una serie de cuatro episodios que está producida por “All Rise Films” con Jeff Zimbalist (el de “The Two Escobars”) como director y productor ejecutivo, y al que acompaña Libby Geist (que ya estuvo en “El último baile”).
Un relato subjetivo
La serie, que cuenta con una calidad visual y unos gráficos y producción espectaculares, narra los cuatro primeros días desde que se barrunta el inminente anuncio de la competición, hasta su fracaso “de facto”; poniendo el principal foco en un personaje que sorprendentemente es elegido como héroe de la historia desde el primer episodio, el presidente de la UEFA Aleksander Ceferin; del que nos cuentan su infancia, su juventud, y lo mucho que sufría en su etapa de abogado defendiendo en Eslovenia a mafiosos, asesinos y narcotraficantes. En fin… Un Ceferin que es traicionado por su amigo del alma Andrea Agnelli , ahora ya ex-presidente de la Juventus de Turín, (siendo el primero, padrino de una de las hijas del segundo), y que la serie explota con tintes melodramáticos, para acrecentar el interés de la historia..
Presentados el adalid de la justicia y el traidor, la narración cambia el foco hacia el resto de actores y antagonistas. A través de las cámaras, conocemos la razones y puntos de vista de Florentino Pérez (al que solo les falta hacerle aparecer acariciando un gato), de Joan Laporta, e incluso de un inesperado aliado para Ceferin: Javier Tebas, el presidente de la “Liga Española de Fútbol Profesional” que es presentado como “El Agitador” y que se convierte en el secundario gracioso de la función. Apoyando a nuestro héroe, está también un hombre único e inclasificable: Nasser Al-Khelaïffi, el brazo armado de Qatar en el PSG, que la serie describe poco mas o menos como una nueva versión de Gandhi. Humor involuntario para todos los que estamos acostumbrados a saber de las andanzas de todo este elenco.
Que la serie esté narrada de cara al público norteamericano, es aún más hiriente por su falta de imparcialidad. Y aunque en episodios posteriores se ahonda en las luces y sombras de todos los organismos implicados y se sueltan verdades como puños, nunca se pierde el relato elegíaco del amigo Ceferín, el hombre que mató a “Liberty Valance” y salvó al futbol modesto en sus horas más oscuras.
¿Y cómo se llegó a esto?
La serie posteriormente pasa a explicar, cómo el fútbol inicia una transformación sin vuelta atrás con la llegada de los “Galácticos” al Real Madrid a partir del 2000 de la mano del propio Florentino Pérez (desequilibrando para siempre la liga española en favor de un binomio Madrid-Barça casi absoluto); o con la creación de la “SuperLiga” inglesa o “Premiere League” (escindida de una competición anterior por razones parecidas a las esgrimidas después por la “SuperLiga” europea); o con la aparición del dinero de las grandes fortunas norteamericanas (los “sugar daddies”) en ésta última.
El desequilibrio que otrora ocurriera en la competición española se acaba instalando a escala continental con la incursión final de los petrodólares de Oriente Medio (que buscan lavar la imagen dada por sus continuas transgresiones en materia de derechos humanos) y la creación de los conocidos “clubes-estado” que incumplen perpetuamente el “fair-play” financiero. Así pues, pasamos de un desequilibrio nacional, a desequilibrio continental (y tiro porque me toca).
¿Son los que se quejan ahora de los desequilibrios en Europa, los que hicieron lo mismo antaño en sus ligas nacionales? Pues sí.
La “SuperLiga” vista así, no es sino un corolario de una forma de pensar y actuar que se viene ejecutando durante todo este siglo XXI en el fútbol: Crecimiento descontrolado en los presupuestos de los grandes clubes, salarios astronómicos de los grandes jugadores, pérdida de la competitividad de unos equipos hormonados con esteroides económicos frente a otros que siguen contando los beneficios en pesetas, y deslocalización emocional del deporte (sólo emocional, porque aún no hemos llegado al baile geográfico de franquicias al estilo norteamericano).
Al final hay tres aspectos que motivan a algunos grandes clubes a organizar la “SuperLiga”: El primero, la falta de competitividad económica frente a los “Clubes-Estado” del petróleo; el segundo, el reparto del dinero generado por parte de la UEFA, que según muchos, se queda de forma muy opaca una gran parte de ese dinero con la excusa de ayudar al fútbol base; y la tercera, el no depender de ascensos y descensos para asegurarse unos ingresos fijos permanentes todos los años. Para el Madrid y el Barça, la Juventus, y otros… ya no es rentable jugar las ligas nacionales, aún llevándose como se llevan la parte del pastel más grande (ese reparto de los derechos televisivos tan equitativo que se hace en España o Italia en comparación con el de Inglaterra, es la clave de muchas cosas).
Los ingleses, esas gentes…
A la UEFA el anuncio le pilla en la cama, y la estrategia para combatir la inexorable evolución tiene mucho de brillante y de golpe de suerte en forma de intereses compartidos con… ¡Boris Johnson!
En el tercer episodio se detallan bastante fidenignamente los pormenores de cómo la UEFA salvó los trastos tras el anuncio oficial de la nueva competición, en base a la manipulación que se hizo a través de medios afines, de la opinión pública británica (de los responsables de “¡Que güeno es el Brexit!”…). Los hinchas de los equipos ingleses se lanzaron a la calle al grito de “el fútbol es para los fans”, una reivindicación que se correspondía con esa otra guerra latente que desde hacía tiempo existía entre el fútbol capitalista y el emocional, y que aquí se aprovechó en favor de los intereses de la UEFA (ya sabéis, defensora siempre del pobre y del necesitado).
Y como por allí pasaba el amigo Boris, metido hasta el cuello en las corruptelas de los tiempos del confinamiento por el COVID, pues él, que es muy avispado, vio rápidamente como sacar una buena tajada de todo esto. El día que amenazó con la expulsión de la “Premiere” y con una “bomba legislativa” (más impuestos y visados rigurosos en cuanto a jugadores extranjeros) a los equipos que participaran en la susodicha “SuperLiga”… comenzó el desplome. Una vez que el Chelsea abandonó el barco, el resto de equipos ingleses se tiraron por la borda y el proyecto fracasó para gloria de Ceferin y Al-Khelaïffi, que vieron reforzadas sus posiciones en el fútbol mundial.
Y todo siguió igual, y el futbol siguió sin ser para los “fans”. Y Boris Johnson siguió un poco más en el poder, y consiguió que parte de la fuga de riqueza que se hubiera transvasado desde la “Premiere” a la “SuperLiga” (que no dejaba de ser sino un proyecto “europeo”) se quedara en el Reino Unido.
El Señor “W01”
Pero quedaba un detalle por dilucidar. En los “Leaks” sobre la “SuperLiga” a los que muchos periodistas accedieron durante aquellos días, los promotores hacían constante referencia a un tal Señor “W01” (World01) sin cuyo apoyo explícito la competición no podía arrancar. Ese misterioso caballero en las sombras era…
¡Gianni Infantino!, que obsesionado como estaba por hincarle el diente al próspero negocio de clubes de la UEFA (la UEFA triplica en ingresos a la FIFA) había acordado con los de la “Superliga”, cosas... El dicharachero presidente de la FIFA, llevaba tiempo pretendiendo organizar un “Mundial de Clubes” que había supuesto una guerra abierta entre ambos organismos reguladores, y el cambalache con la “SuperLiga” consistía en “yo te apoyo en lo tuyo y tu a mí en lo mío”, y en la serie se demuestra que sólo cuando el negocio emprendía el camino hacia el fondo del mar, el misterioso señor W01 se bajó también del barco públicamente.
Puede que en la reunión privada que tuvieron Ceferin e Infantino minutos antes de su discurso público de rechazo a la “Superliga”, el primero le diera al segundo el apoyo para el “Mundial de Clubes” como moneda de cambio (¡eso son trueques y no los del Zoco de Marrakech). Curiosamente Gianni Infantino, ha sido el único personaje público que no ha querido aparecer en la serie documental de la UEFA, eh…perdón, de AppleTV+.
Pero en definitiva la serie, aún con un relato parcialmente sesgado, resulta igualmente magnífica y os recomiendo que la veáis (si no os gusta el futbol, al menos seguro que os gustará “Juego de Tronos”, y esto es lo mismo, pero siendo todos los personajes Lannister).
Al final, una guerra entre empresarios por ganar más dinero y quitarle el pan de la boca al vecino, se convirtió en una fantástica campaña publicitaria falseada en defensa del fútbol para el pueblo, cuando paradójicamente el fútbol dejó de ser “del pueblo” el día que las sociedades anónimas hicieron acto de aparición en el mismo.
Y es que con las televisiones imponiendo horarios escalonados incluso en viernes y lunes, con la pérdida del poder de decisión del aficionado en pos del magnate de turno, o la globalización que confiere más importancia a una audiencia anónima a miles de kilómetros del estadio de una ciudad, que a aquellos que animan a su equipo de siempre desde la grada, el fútbol ha perdido parte de su esencia para convertirse en otra cosa.
La “SuperLiga” será, y será televisada
Desde aquellos cuatro días que conmocionaron al Mundo (al menos al “Mundo Deportivo”), el problema ha seguido coleando con incorporaciones como la de Bernd Reichart (el hombre de “A22 Sports” y nueva cara amable del proyecto), o con la resolución del fallo del Abogado de la Justicia Europea que se ha posicionado del lado de FIFA y UEFA (la sentencia del tribunal europeo será en primavera). A día de hoy, el proyecto parece más muerto que nunca; y sin embargo Florentino que es perro viejo, y muchos como yo, simplemente pensamos que está durmiendo un período prudencial, porque inexorablemente… la “SuperLiga” será.
Hablemos de los derechos televisivos de las competiciones nacionales que no son la “Premiere League”; esos que cada vez cuesta más rentabilizar (DAZN, ¿sigues ahí?)y que en el caso de la “SuperLiga”, cuando por fin tuviera lugar, podrían por primera vez venderse de forma global a un único operador para todos los países del mundo, a la manera en la que ya se está produciendo la venta de los derechos de retransmisión de los deportes norteamericanos más importantes (como la MSL a AppleTV+, por ejemplo). Es imparable la evolución, y es imparable que tarde o temprano se dé luz verde a una competición global que deje fuera a los menos atractivos de cara a una audiencia planetaria. ¿Cuando ocurrirá? Pues cuando todos estos personajes se queden satisfechos con el reparto de las tajadas de ese inmenso y futurible pastel.
Hace no mucho tiempo, el propio Florentino Pérez comentaba que un “Elche-Valladolid” (partido de la liga española de dos equipos de segunda mitad de la tabla clasificatoria para abajo) era un partido que no podía interesar absolutamente a nadie, y que el jamás lo vería, salvo que se lo pidiera Ronaldo (amigo personal y presidente del Real Valladolid). Un buen ejemplo, de cómo los partidos de fútbol entre equipos de bajo potencial restan a la hora de atraer nuevos aficionados al deporte televisado, y que por supuesto estorban a la hora de construir una nueva marca global para el fútbol europeo.
Pero el deporte del balompié, es en muchos países como España, no simplemente un espectáculo por el que pagas una entrada o una suscripción a una plataforma para pasar el rato. Para muchas personas su equipo de fútbol, el equipo de su ciudad, tiene una componente identitaria muy fuerte y constituye incluso un legado emocional familiar. A ese grupo de personas que cada domingo, haga sol o nieve, van a un bar a ver “el partido” o suben a un estadio llevando los colores de su ciudad o de su pueblo, no les importa que el espectáculo no esté a la altura.
Pero por supuesto, no todos los aficionados son así ni tienen esa componente emocional. Y es por eso que en nuestro país, la inmensa mayoría de los seguidores del fútbol animan, celebran y cantan los goles de los dos clubes más importantes. Y en esta doble visión del fútbol, en esta doble componente emocional tan distinta una de la otra, ha fraguado la famosa guerra silenciosa de la que os vengo hablando y que amenaza con romper el deporte rey. ¿Espectáculo o sentimiento? ¿Amor o Negocio? ¿Clase alta contra clase media?
A una parte de la afición, solo le interesa que su equipo, gane o pierda, y a otra parte de la afición solo le interesa ver al Madrid o al Barcelona. Y son más numerosos los segundos que los primeros. Y las televisiones transmiten, informan y se posicionan con ese segundo grupo que da mayores audiencias. Porque la cruda realidad, es que los derechos televisivos se pagan al precio de los dos partidos cada jornada de Madrid y Barcelona. Y ninguna televisión ahora mismo daría medio duro por transmitir solo los partidos, siquiera de los equipos de mitad de la tabla. Una relación de dependencia que en el fondo está latente.
Volviendo ya a nuestro terreno, el terreno de la televisión, desde hace años el propio Javier Tebas tiene en mente que las retransmisiones de los partidos de liga se hagan a través de plataformas de streaming, con una cuota de suscripción relativamente asequible. Tebas que no es tonto, sabe que si un producto no es visto, se vuelve irrelevante (que le pregunten a las series canceladas por Netflix). Hace mucho frio cuando te quedas fuera de la conversación. Y sucede que con el fútbol dentro de los paquetes convergentes de las grandes empresas de telecomunicaciones, el acceso generalizado al fútbol se restringe.
De ahí, la aparición de DAZN en escena para el presente periodo temporal de derechos de retransmisión. De ahí, que “LaLiga SmartBank” haya perdido su exclusividad, y esté disponible para todas las plataformas que lo deseen y entre ellas Amazon Prime Video, que por primera vez la retransmite este año. Y de ahí, que “La Liga Sports”, la plataforma OTT que “La Liga” lleva probando e implementando en los últimos años, siga avanzando en su desarrollo de cara a algún día ser el vehículo principal de retransmisión y comercialización de la competición. Y si no lo es ya, es porque los números probablemente no salgan.
Sólo Movistar+, que tiene en el fútbol su principal estrategia para atar a sus clientes a los paquetes convergentes de televisión más caros, parece ser el único dispuesto a pagar lo que “La Liga” pide por esos derechos de retransmisión a día de hoy. Otra pescadilla que se muerde la cola.
¿Y en el contexto internacional? Google pagando millonadas por algunos partidos de la NFL del “football” americano y Apple por los del “soccer” (y en espera de pujar por los de la “Premiere League”, convertida ya en la marca mundial del futbol europeo). La batalla por los derechos de retransmisión de las competiciones deportivas, va a ser el siguiente punto de conflicto caliente entre las plataformas, y el fútbol será un actor protagonista en ella por su importancia en la mayoría de países del mundo. En esa batalla, difícilmente se puede vender un producto en el que no estén los mejores. A esa batalla, nunca estarán invitados los clubes locales sin marca internacional.
Tarde o temprano la “SuperLiga” saldrá adelante de una u otra forma, porque es la lógica evolución del fútbol televisado, pero puede que se encuentre con que pierda por el camino a una gran parte de aficionados que simplemente siempre fueron de “su club” de toda la vida, de la de sus padres, abuelos e hijos o sobrinos.
La ausencia de sentimientos produce desafección, y ese parece el peaje a pagar por el siguiente paso en el avance de este deporte; aunque para muchos, incluyéndome a mí, eso signifique el fin del fútbol.
Y hasta aquí por hoy. Muchas gracias por leerme si has llegado hasta este punto. Espero tus comentarios sobre este tema, y te emplazo al próximo viernes donde seguiré hablando de series y “streaming”.
Buena semana y un fuerte abrazo.
005| El fin del fútbol
Buenos días. Los clubes necesitan dinero porque se pagan millonadas por jugadores de medio pelo (cualquier jugador de hoy en día cuesta mas que Ronaldo en su día). Toda la maquinaria del fútbol está encaminada a sacar tajada y todo lo demás importa más bien poco: aficionados, horarios, sentimiento de pertenencia... Hasta los clubes con gestiones modélicas (mi Real Sociedad) han trampeado (la Diputación y Kutxa le condonaron la deuda que tenía con ellas) para poder mantenerse a flote. En fín, todo está podrido. ¡Gran newsletter!
Buenos días. Espectacular post Jose Luis. Me ha encantado el documental La Superliga. Impecable factura, me ha encantado. Me quedo con la duda de las razones por las que Agnelli y Florentino han accedido a participar. No lo entiendo del todo, quedan como perdedores. Yo creo que la Superliga de ser, sera dentro de mucho tiempo y dependerá mucho de los actores del momento. Yo creo que ambos bandos son similares, y aunque la Supercopa se vaya a Arabia, el futbol es de la gente, lo disfruta la gente. Quiero pensar que en eso no ha cambiado mucho o yo al menos no lo percibo asi. Muchas gracias por dedicar tiempo. Cuídate y un saludo. Cesar