028| Caperucita Roja y el Mundo del Mañana
“Asesinato en el fin del mundo” actualiza el “whodunit” al siglo XXI, desarrollando múltiples capas con significados ocultos, que la convierten en un viaje memorable.
Bienvenidxs a una nueva newsletter de “Over The Top”. Tras un parón de casi mes y medio, recuperamos de cara al final de año el ritmo de publicaciones, con las últimas reseñas de series pertenecientes a este 2023 (que irán apareciendo en los próximos días), y los consiguientes artículos resumen con lo mejor del año bajo mi personal punto de vista. Así que preparados porque en lo que queda de mes, se viene un buen número de material en texto y podcast, para vuestro disfrute.
Desde hace un par de semanas, por cierto, tenéis ya disponible el último episodio del formato PLUS que hacemos Gerard Rafart y yo (y que podéis escuchar AQUÍ); un formato magacín con noticias, opiniones de series, respuestas a vuestras preguntas, concurso y el análisis de la serie que consideramos más importante del mes. En esta última edición hemos hablado largo y tendido, SIN y CON SPOILERS de la serie “La Mesías”, que a ambos nos ha encantado.
Estoy particularmente orgulloso de estos programas PLUS, ya que además de ser los episodios con un mayor número de descargas, suponen el perfeccionamiento de la fórmula de “Serial Me!”, el recordado programa que ambos realizamos en, primero H2O podcast y luego AV podcast, allá por 2016.
La reciente introducción en estos audios, de marcas de capítulo, nos permiten ofreceros mensualmente un formato magacín con muchas y diferentes secciones entre las cuales podéis ir saltando; de esta manera podéis escuchar solamente aquellas que más os interesen, o incluso “re-escuchar” de forma rápida aquellas partes que necesitéis volver a consultar con posterioridad.
Nuestra intención durante el próximo año es darle una periodicidad mayor en lo posible, dada la gran aceptación que está teniendo el formato. Así que de nuevo, gracias.
Entrando ya directamente en materia, hoy voy a hablaros de la serie que me ha tenido completamente fascinado durante estas últimas siete semanas, y que finalizó su emisión en todo el mundo ayer martes. Se trata de “Asesinato en el fin del Mundo”, el nuevo proyecto de mis queridos Britt Marling y Zal Batmanglij (autores sobre todo de la excepcional “The OA”) que aquí se embarcan en un thriller que tiene sus raíces en la tradición detectivesca más clásica, pero que se desarrolla a través de múltiples ramas, las cuales tocan muchos de los temas más candentes de nuestro presente y futuro, como la inteligencia artificial, el cambio climático o el papel protagonista y director que está alcanzando la tecnología en nuestras vidas. Un cóctel servido muy frío (tan frío como el del lugar en el que suceden los hechos) y que en mi caso, me ha conquistado de principio a fin. Veamos por qué.
Agatha Christie: Contexto y Justicia
Cuando hablamos de una serie de personajes reunidos o aislados en un único lugar físico, y añadimos la palabra asesinato, hay un nombre que siempre nos viene a todos a la mente: Agatha Christie. La gran dama de la novela negra, responsable de las infinitas combinaciones posibles en torno a estas dos premisas (a lo largo de sus más de ochenta y tres novelas, relatos y obras de teatro), no sólo está de moda siempre, sino que permanece cual espectro en las sombras, detrás del nuevo auge de lo que se ha venido a llamar el “Whodunit” (o ¿quién lo hizo?), cimentado en las nuevas adaptaciones de Kenneth Branagh sobre varias de sus obras, de las de Sarah Phelps para BBC en television, o del fenómeno Rian Johnson y sus “Puñales por la espalda”.
De Christie se sabe mucho, pero se desconoce o se suele despachar con bastante ligereza el resto. Su obra da mucho de sí, y de sus mayores éxitos se han derivado cientos de sucedáneos a lo largo de la historia de la ficción escrita y audiovisual, así como cientos de lugares comunes reciclados una y otra vez por todos; incluidos por los autores de la serie que hoy nos ocupa.
A la hora de analizar las referencias en torno a Christie que Marling y Batmanglij han utilizado para elaborar la historia de “Asesinato en el fin del Mundo”, surgen en primer lugar las dos más obvias basadas en sus obras “Y no quedó ninguno” y “La Casa Torcida”, pero subyacen de forma mucho más sutil otros dos aspectos muy presentes en el subtexto de la obra de la gran dama del crimen:
El primero de ellos, es la importancia del contexto social y político en muchas de las novelas de la autora británica. Una mujer dotada de una exquisita inteligencia y de una perspicacia y poder de observación inhabituales, que utilizó algunas de sus obras para contar muchos de los cambios que se estaban sucediendo en la Inglaterra posterior a la Segunda Guerra Mundial, y que trajo tras su fin, la consiguiente descolonización del Imperio. Es decir, al igual que en la serie que nos ocupa, la trama de “whodunit” de gran parte de sus historias, se adentraba en el terreno del contexto que pisaban los personajes y la propia autora en ese momento, cuando no pasaban directamente a formar parte de la resolución principal del misterio.
Si en “Asesinato en el Fin del Mundo” se habla del apocalipsis climático o de la amenaza tecnológica y de la inteligencia alternativa en un mundo al borde del abismo, la autora británica en su día hizo lo propio en varios de sus relatos: En “Se anuncia un asesinato” por ejemplo, la resolución de la trama giraba en torno a alguien que había suplantado la identidad de un familiar y que no era quién decía ser, lo cual servía a Christie para reflexionar sobre el fin de la Inglaterra rural y de cómo el retorno a casa de m“chos, desde las antiguas colonias, había llenado la campiña británica de nuevos habitantes que afirmaban ser esto o aquello, sin que nadie pudiera ya corroborar sus palabras; convirtiendo esos pueblos donde todos se conocían, en algo muy diferente.
Otro aspecto de ese contexto relevante en sus novelas, se daba (y aún de forma más clara) en su obra “En el hotel Bertram” donde describía la conversión del Londres de los 50-60 en un decorado artificial, para disfrute de miles de turistas americanos deseosos de Dickens y de "Té de las Cinco”; una estampa falsamente victoriana, perpetuada en torno a oscuros intereses económicos, y que como siempre en sus novelas, eran lógicamente criminales. Así pues, Christie no sólo destacaba como todos asumimos, por lograr mover sus piezas en el tablero del crimen de forma magistral, sino además por utilizar los elementos de los cambios que la sociedad estaba experimentando, para construir el tablero y explicar el movimiento de sus piezas. Y esto a veces se olvida, o se pasa por alto.
Otro de los aspectos que en lo personal siempre más me ha fascinado de la autora británica, es su propósito de buscar en las historias que escribía, sosiego a unas ansias de justicia insatisfecha. Esto resulta muy claro en algunas de sus novelas más famosas, como el jurado popular que se encuentra en el centro de “Asesinato en el Orient Express”, (inspirado en el drama que vivió el famoso Charles Lindbergh, y que la autora siguió a través de la prensa) o en “Y no quedó ninguno” donde varios criminales que escaparon de la justicia eran reunidos en una isla e iban siendo ejecutados al ritmo de una canción infantil. Pero para mí, resulta aún mucho más explícito e inquietante en su última etapa como autora, donde el crimen del pasado, el “no castigado” y olvidado, se conviertió en su obsesión, y se reflejó en infinidad de ejemplos: Desde “Un Crimen dormido”, “Némesis”, o “Los elefantes pueden recordar” a por supuesto, “Telón”. Su entusiasmo por la arqueología y el crimen, combinados en un único objetivo que parecía querer rescatar del olvido hechos enterrados desde hacía años, para impartir justicia; para acabar con el mismo anonimato que vemos en las mujeres enterradas en plata de la serie de Marling y Batmanglij, y que la protagonista y su “sidekick” nos muestran a través de “flashbacks”.
La forma en que la serie que hoy nos ocupa, aprovecha estas características subyacentes en la obra de Christie para estructurar su relato, me parece muy reseñable y digna de destacar, suponiendo una puesta al día mucho más efectiva de la obra de la escritora, que los modernos y exitosos ejemplos de “whodunit” recientes.
Variaciones infinitas sobre un tablero de Cluedo
A la hora de planificar muchas de las escenas de “Asesinato en el fin del mundo”, sus creadores han repasado (y de forma muy gráfica), muchas de las últimas relecturas del género realizadas sobre todo por Branagh y Johnson. Tal es así, que para muchos la serie supone en algunos aspectos, una respuesta a algunos de los desastres de “Glass Onion” (tanto argumentales como de puesta en escena), como si la película de Johnson hubiese sido el punto de partida sobre el que trabajar, considerándola un armazón sobre el que ir corrigiendo y colocando algunos de los elementos que querían que formasen parte de su historia. Compositivamente hablando, en muchas de las escenas, esto es más que evidente.
“Asesinato en el Fin del Mundo” (o “Retiro” en su título inicial antes de que se le cambiaran), arranca como en la cinta de Johnson, con un grupo de personalidades distinguidas acudiendo a la invitación de un excéntrico millonario en un lugar remoto, para solventar juntos algunos de los problemas que a éste le asaltan en su filantrópico devenir. Una ratonera, donde empiezan a sucederse las muertes, en un entorno que de forma imprevista o planificada, se queda aislado en el momento álgido de la situación y que empieza a poner a prueba tanto las capacidades para sobrevivir, como para desentrañar los misterios preparados cual “Escape Room” por un “Máster” de ambiguas intenciones. Es decir, un “whodunit”.
El “whodunit” en estos últimos años ha tratado de actualizarse, y lo ha hecho, desde una perspectiva contemporánea que incluía grandes dosis de comedia y que le han hecho en la mayor parte de los casos acabar rozando el “vodevil”, dentro de una auto-consciencia malentendida; introduciendo por otra parte mayor “emoción”, en base a escenas de acción, flashbacks de todo tipo, y giros de guión continuos, en una espiral de complejidad tan impostada como innecesaria; signo inequívoco de una siempre pretendida modernidad.
Los éxitos de “Solo asesinatos en el edificio” y sobre todo de la primera temporada de “The Afterparty” lo fueron por ser capaces de combinar alquímicamente diversos elementos con acierto, dentro del molde más clásico, pero con determinados y muy concretos detalles disruptores del mismo.
La primera se sirvió de la omnipresente nostalgia post-pandemia para traer de vuelta la comedia clásica hollywoodiense (con Martin y Short como claros ejemplos de ésta) dentro de los márgenes del género de asesino en espacio cerrado, con infinitos sospechosos a los que convertir semanalmente en culpable pasajero (incluido el propio Sting). La presencia de un icono “millenial” como Selena Gómez, la inclusión del elemento podcast “true crime” en plena efervescencia nacional, y varios aciertos narrativos muy originales en determinados episodios, hicieron el resto.
La propuesta de Apple fue un poco más allá, al convertir cada episodio de la serie en un homenaje a un género cinematográfico diferente, desde la Comedia romántica, al musical o incluso la animación. Pero en la base, la misma masa: Una mansión y varios sospechosos que alternativamente parecían hacerse acreedores del “le mató en la biblioteca con el candelabro”.
Sin embargo fue Rian Johnson el que volvió a poner de moda el género con sus (hasta ahora dos) películas de “Puñales por la Espalda”, ubicándolas en la autoparodia (siendo su protagonista Benoit Blanc, una versión pasadísima de vueltas del ya de por sí excesivo Poirot), y todo para regocijo de millones de espectadores en todo el mundo. Su fórmula gastada, pero formalmente ingeniosa y en ciertos aspectos innovadora, consiguió llenar la pantalla de personajes estrambóticos que no paraban de mentir, correr, reír y llorar, mientras se lanzaban acusaciones los unos a los otros; todo ello sazonado por continuas muertes y sospechosos, y un diseño de producción (eso sí) exquisito.
El éxito de la cinta encumbró a Johnson de forma sorprendente, dándole el reconocimiento que injustamente se le negó al moverles el sillón a los Skywalker en su controvertida incursión galáctica. El resultado de ambas películas (mucho más descarado en la segunda entrega) fue similar al de una partida de “Cluedo” donde los jugadores se hubieran tomado unas cuantas botellas de anís, antes y durante su desarrollo. Aún así, un éxito incontestable seguido por las correspondientes imitaciones, como los casos de “Mira como corren” y otras.
Y todo ello sin obviar las megalómanas adaptaciones de Mr. Branagh reducidas a lujosas postales exóticas, o los sucesivos intentos de Sarah Phelps por hacer suyas las obras de Christie, derrapando cada vez más en cada curva que tomaba (desde su Poirot sacerdote, a sus controvertidos “inventos” en los finales de algunas de las novelas originales).
Sin duda alguna el género, más allá de las risas, el exceso, los golpes de efecto de feria y la ironía desatada que ha venido castigando al “whodunit” en las últimas décadas, necesitaba una reinvención un poco más seria y consistente, adaptando de nuevo la fórmula, e impregnándola de elementos que llevaran la historia central un poco más allá que el simple conocimiento final de quien era el asesino. Llevar el “Cluedo” al siglo XXI y abordar temas del siglo XXI. Y esa tarea solo podían hacerla dos personas completamente ajenas a todo ello; dos “parias” de la industria, que habitaban los últimos reductos creativos independientes de Hollywood, invitados a “Casa Landgraph”, para demostrar que eran capaces de ejecutar productos comerciales bien acabados, que no precisaran de iluminación divina para su comprensión.
The Original Angels
Los elegidos fueron Brit Marling y Zal Batmanglij; pareja creativa que se conoció en Georgetown (junto con el también director Mike Cahill) y que enseguida formaron equipo. Tras abandonar Brit su trabajo en Goldman Sachs (¿?), se embarcaron en una serie de aventuras de autodescubrimiento “freegan”, que desembocaron con el trío de amigos desarrollando diversos proyectos de cine independiente. En 2011 llamaron la atención de la crítica en Sundance con “Sound of my voice” y “Another Earth”, proyectos en los que contábamos con Marling interpretando, co-escribiendo y co-produciendo, y con Cahill y Batmanglij alternándose en la dirección de uno y otro film.
En 2013, su experiencia como “freegans” les valió a Marling y Batmanglij para desarrollar, interpretar y dirigir la película “The East”, y al año siguiente pudimos verles apoyando a Cahill en esa maravillosa e inolvidable película que es “I Origins” (y que por cierto ganó el Festival de Sitges de ese 2014). Es en ese momento, cuando Netflix llamó a sus puertas, y se hizo realidad “The OA”.
La historia de Prairie, una joven invidente que vuelve a casa tras escapar de un secuestro de más de siete años con la vista milagrosamente recobrada y hacíendose llamar el “Angel Original” (The OA), aunaba elementos sobrenaturales y de ciencia-ficción, y se convirtió en una religión incondicional para miles de suscriptores de la plataforma en medio mundo (entre ellos, éste que escribe), contribuyendo a generar una imagen para Netflix (junto a series como “Sense 8”), de apuesta por las historias diferentes y arriesgadas en sus primeros años.
“The OA” estaba pensada para desarrollarse en cinco temporadas, pero sin embargo en Agosto de 2019 se quedó en dos, con un “cliffhanger” absolutamente maravilloso en el que se rompía definitivamente la barrera ficción-realidad y que nos dejó a los “fans” de la serie tan descolocados como desolados. Nunca sabremos como hubiera continuado esa historia (aunque los dos creadores en la promoción de esta nueva serie, han dejado caer que siguen dándole vueltas al tema).
“Asesinato en el Fin del Mundo” no es una continuación de “The OA”, pero guarda en su interior algunas similitudes, quizás más como guiños para sus fans que como continuidad de una narración, que por otra parte poco o nada tienen que ver.
Unas similitudes que en algunos casos son más que evidentes, como por ejemplo en la caracterización del demiurgo de la función (con exactamente las mismas gafas), o en la de nuestra protagonista, ataviada con un aspecto muy similar al de la Brit de “Dimensión 3” en “The OA”.
Simbólicamente el Harp de “The OA” y el Andy de aquí, representan prácticamente al mismo personaje: Un hombre que encierra a un grupo de personas en un lugar. Por otro lado, como señalaba ya antes, aparecen elementos comunes en ambas ficciones: El sonido de los anillos de Saturno, las referencias siempre a “El Resplandor” de Kubrick o a los cuentos de Borges, los planos de un cristal que siempre separa a los dos protagonistas en momentos trágicos, o la necesidad de dejar siempre las puertas abiertas, como símbolo de apertura consciente al cambio o al avance de tu propia historia.
Pese a ello, existe una completa independencia entre ambos relatos, y aunque muchos fans han querido ver en “Asesinato en el fin del mundo” una tercera temporada de “The OA”, o al menos una serie que pueda estar desarrollándose en un mismo universo creativo, mucho me temo que esto no es así. Y no es así afortunadamente, ya que ambas ficciones son tan apreciables por sí mismas que no necesitan más relación que los simples guiños antes comentados.
Puede que en un futuro alguien pida a Marling y Batmanglij que retomen su otrora serie de culto, pero ese día no es hoy.
Caperucita en el Bosque
“Asesinato en el fin del Mundo” es un relato que sigue las pulsiones vitales de su personaje central, y en eso hay también una cierta innovación en el género. Esto no es otro día más en la oficina para Poirot, Blanc o Jessica Fletcher, sino una encrucijada vital para nuestra protagonista, un segundo paso a la madurez (el primero lo vemos en los “flashbacks” de su “road-movie” detectivesca junto a Bill).
La serie es ante todo Darby Hart, una adolescente “no binaria”, escritora en ciernes que narra sus experiencias “desde las tripas”, y con un pasado de ayudante en el trabajo de su padre (un forense rural), que acaba convirtiéndola en investigadora por afición (siendo “hacker” de ocupación). La gran diferencia entre Darby y el detective clásico de la literatura de Conan Doyle o de Christie, es que Darby utiliza la intuición y sus capacidades tecnológicas junto a una cierta deducción científica (que aquí no es preponderante, como suele ser habitual en los detectives clásicos). Darby no es una jugadora de billar, sino una fuerza viva en constante ebullición; y eso hace que se gane inmediatamente el corazón del espectador.
El resto de elementos de su caracterización como personaje, obran el resto: La formación forense ya comentada, y que justifica los conocimientos que podrían ponerse en tela de juicio dada su corta edad (mitad de la veintena); la humanidad y lealtad admirables hacia sus amigos, familiares y víctimas en general; unos reflejos mentales felinos basados en su propia experiencia (asombrosos al la hora de reconocer a un igual, como por ejemplo al preguntar por la disyuntiva “Vi vs Emac”) o las continuas referencias hechas a la cultura popular (tan lejanas de las pedanterías del Holmes omnipotente). Todo ello la convierten en alguien tremendamente atractivo. Si a esto le añadimos un aspecto físico de personaje de videojuego (pelo rosa, sudadera roja, tatuajes, etc.), tenemos finalmente un icono instantáneo con el cual se puede identificar un público joven necesitado ahora mismo de referentes nuevos, y que jamás podría hacerlo con un Hércules Poirot.
Si hay que actualizar el género, empecemos haciéndolo por el investigador, construyendo un icono reconocible para la “Gen-Z”.
Tras los rasgos de nuestra heroína, encontramos a Emma Corrin. Una Corrin que tras dejar atrás su espléndida Diana de Gales en “The Crown”, aterriza en el universo Marling-Batmanglij por todo lo alto, convertida en defensora de los inocentes y en protectora de una ética y de una humanidad, a punto de desvanecerse para siempre entre los engranajes de la modernidad.
Pero además, la escritura de la protagonista guarda alguna sorpresa más por parte de sus creadores, ya que simbólicamente adquiere otro rol aún más clásico si cabe que el de detective del misterio a desvelar: Darby es también en “Asesinato en el fin del Mundo” una “Caperucita Roja” moderna (ataviada en algunas escenas como tal) dispuesta a adentrarse en la guarida del lobo para salvar a las víctimas pasadas, presentes y futuras de éste; en una nueva capa de lectura de las muchas que conforman la serie.
“Asesinato en el Fin del Mundo” es por lo tanto también el cuento de Perrault, y como la lógica del relato original indica, Caperucita se tiene que acabar enfrentando a un Lobo. Pero ¿Quién o quienes son los lobos en esta historia? En los flashbacks resulta evidente, es esa presencia anónima que va devorando a las mujeres que se aventuran a ir más allá del bosque. ¿Y en el momento presente? ¿En esa otra guarida rodeada de nieve? Ahí, y de forma mucho más sutil y simbólica, resulta ser aquel que disfrazado de abuelita, la observa desde las sombras con sus grandes ojos y descomunales orejas, y por supuesto con una mortal y afilada dentadura. Un lobo definido más adelante en la serie, como un oscuro reflejo que alberga dentro de sí los miedos de toda la humanidad, y que desprovisto de toda emoción, no es más que un algo aullando en la noche y ejecutando nuestras más terribles debilidades.
La Ruta de la Plata
Una de las quejas más habituales que se han escuchado de la serie, es la inclusión anticlimática en la mayor parte de episodios, de los “flashbacks” ubicados siete años antes del momento presente que se nos narra.
Una historia que sirve a dos niveles muy diferentes en la configuración del todo al que obedece: En primer lugar, ayudando a la construcción de dos de los personajes principales y de la relación que los une (algo que determinará las motivaciones posteriores de ambos). Esto es así, porque a través de esa aventura casi adolescente de investigación, se muestran por ejemplo los traumas y carencias de la protagonista, su carácter obsesivo y su incapacidad para amar o dejar que la amen. Recordemos que Darby es una niña sin madre y con un padre encerrado en su trabajo de forense, es decir, abandonada. De hecho, para no perder el contacto con el único ser de su familia que le queda, Darby acaba convirtiéndose en su ayudante adolescente, y de ahí hereda la obsesión por el trabajo, siempre por delante del resto de cosas.
En segundo lugar, los flashbacks son fundamentales en la historia, ya que proporcionan información básica del pasado que ayuda al espectador a comprender mejor los mecanismos de deducción de la protagonista en el presente (sin los cuales todo podría quedar antinatural y forzado, como es el caso de la extraña hipersensibilidad al cambio de luz de cierto personaje).
En todo caso, la búsqueda del asesino de las mujeres enterradas portando joyas de plata, no solo sirve para mostrar a los creadores algunas de las consecuencias beneficiosas de la hiperconexión tecnológica actual (en contraste a las del momento posterior planteado por la serie), como es la de esa mente colmena formada por usuarios de Internet, capaz de encontrar indicios insospechados en esa red que nos articula ya a todos. Sino que es además, la forma de revelar el camino que sigue nuestra protagonista, para apaciguar una mente obsesionada con paliar cierta injusticia relacionada con el olvido de las víctimas, y por acallar el terror que siente hacia el abandono (producido por la madre ausente antes comentada, y que será acrecentado por otras relaciones que se esfuman rápidamente). La plata anónima de las víctimas es la búsqueda por recuperar la dignidad de aquellas que ya no pueden hacerlo, y han sido olvidadas y abandonadas, tal y como ella se siente.
No se puede por lo tanto entender la historia sin estos dos tiempos, ya que forman simbióticamente parte del mismo puzzle, aunque puedan parecerle ajenas a aquel que esté haciendo una lectura meramente superficial de la historia que está viendo, simplemente en clave “thriller”.
Una Familia Torcida
Érase un hombre torcido que anduvo una milla torcida.
Encontró seis peniques torcidos junto a un portillo torcido.
Tenía un gato torcido que cogió un ratón torcido,
y todos vivieron juntos en una casita torcida.
“La Casa Torcida” (Agatha Christie)
Y lo mismo ocurre con el retrato familiar de los anfitriones, que puede molestar sobremanera a aquel que hacia el final de la serie abogue simplemente por conocer ya la resolución del misterio, pero que plantea nuevas tensiones, y que no sólo ayudan a entender mejor el laberinto de intereses y obsesiones que habitan en esa “Casa Torcida” sino que van recolocando a varios de los invitados, de cara al acto final.
El estudio de esa familia y de sus intrarelaciones e interdependencias, permite a los creadores tocar temas tan preocupantes y actuales como la obsesión de los padres por proteger y controlar absolutamente todos los aspectos de la vida de sus hijos, convirtiéndolos en prolongaciones del propio ser. Una forma de terapia extensiva de la propia vida, aún más antinatural que la otra física mostrada en la serie, y que acaba coartando la libertad y libre albedrío de los vástagos.
De la misma manera también se nos muestran las consecuencias de lo que significa repetir una y otra vez los mismos errores, cuando huyendo de un problema acabas encontrando refugio en algo o en alguien que reproduce en tu vida aquello de lo que huías. En la serie se habla en muchas ocasiones de los “programas defectuosos” y esto es referido a varios de los elementos de la trama, pero también a aquellos que convierten su existencia en la repetición compulsiva de una misma tarea tóxica, quizás buscando una y otra vez la superación de un viejo problema en base a repetir las mismas operaciones de forma errónea y completamente equivocada.
Darby tiene miedo enamorarse y de entregar su afecto, porque el resultado siempre ha sido acabar siendo abandonada y se niega a volver a sentir el dolor que ya ha experimentado numerosas veces. Un miedo que paradójicamente sigue provocando que siempre acabe siendo abandonada. Lee huye de los que intentan controlar y cancelar su vida, y su propio miedo determina que siempre acabe junto a alguien así.
Por otro lado, y cerrando el vértice del triángulo familiar, nos encontramos con Zoomer; el centro invisible de la trama en un principio, y que poco a poco va dando las claves de muchos de los secretos de aquello que está aconteciendo en la historia; recordando en muchas partes a la niña de la obra de Agatha Christie más arriba mencionada (desdoblada aquí en dos partes, la real y la virtual), o al Danny de “El Resplandor”(la película referenciada una y otra vez por Marling y Batmanglij, durante toda la serie).
Pero no sólo eso; Zoomer sirve también a los creadores para poner el acento en otras muchas familias torcidas: Las nuestras. Las de aquellos que dejamos la educación de nuestros hijos en manos de la tecnología, sin mayor protección que la ciega confianza en algo que creemos que es bueno por sí mismo, o en el mejor de los casos, neutro moral y políticamente. El aviso a navegantes, ahí queda.
El Otro Overlook
Como en todo “whodunit” que se precie, el espacio físico también tiene aquí un protagonismo central, no limitándose solo a ejercer como decorado de fondo, sino a permitir en su intrincada estructura el desarrollo de la trama; posibilitando además de forma determinada, algunos de sus giros.
En “Asesinato en el Fin del Mundo” ese lugar es un moderno hotel de última generación en Islandia, destinado a convertirse en un “Arca de Noé” ante una inminente catástrofe climática. Un receptáculo que en principio puede resultar circular y limitado, pero que a través de los episodios acabamos percibiendo como una arquitectura casi espiral de múltiples dimensiones, con profundas raíces subterráneas y extrañas conexiones interiores y exteriores entre sus estancias.
Un lugar que alterna el terror oscuro de sus interiores iluminados de forma tenue y opresiva (tras esa pátina de tecnología y falsa invunerabilidad), con el terror luminoso y de perfecto blanco del exterior (a la manera del maravilloso “Hotel Overlook”), y que se encuentra realmente en el Valle de Fljot, en la montañosa península de Troll del norte de Islandia. Concretamente el edificio circular de la serie, es una creación digital CGI del edificio que se encuentra realmente allí, la Granja Eleven Deplar, un destino turístico idílico donde admirar las “Luces del Norte” y que resultaba perfecto como encarnación arquitectónica de la utopía proyectada por su dueño en la ficción.
Un mundo imaginario que alberga algunos de los monstruos que ahora mismo se ciernen ya como sombras sobre nuestra sociedad actual. Monstruos invisibles que han ocupado el lugar de los viejos fantasmas que en la obra de Kubrick aterrorizaban a la familia protagonista. Monstruos producidos por los sueños de la razón de este siglo XXI, que requieren del control absoluto de todas las variables en las que podemos descomponer a los series humanos y que se mueven a través de la Hiperinformación y la Hipervigilancia, y que aquí son enfrentados a las habilidades y cualidades íntimamente humanas del individuo, como son su incesante lucha por la libertad y su instinto de supervivencia.
Esa lucha por la supervivencia de dos especies diferentes, la nuestra y la creada a partir de nuestra necesidad de control absoluto, resulta tan apasionante como la propia resolución del misterio que se nos plantea.
El Instante Decisivo
Por último, en cuanto a su base de “whodunit” se refiere, la serie se vertebra siguiendo el esquema tradicional de víctimas sucesivas que van haciendo crecer la tensión, con el correspondiente baile de sospechosos y de “Red Harrings” (aquí bastante más sutiles y menos groseros de lo que hemos estado viendo últimamente). En este caso, los creadores intentan ser lo más honestos posibles con nosotros, no tratando de engañarnos cual ilusionistas de feria comarcal (con la plena impunidad que les da el poder jugar con el guión), sino que optan por ir mostrando distintos aspectos y reflejos de la verdad en el proceso de desarrollo de la historia, haciendo que esos cambios de perspectiva, sean los que nos deslumbren. De esta manera, y solo así, la resolución del misterio puede sorprender al espectador y a la vez resultarle lógica, por ser la que se podía intuir de forma inconsciente desde un inicio. Que el creador o creadores en este caso, traten de forma inteligente a su audiencia, no es algo demasiado habitual en los tiempos televisivos que corren, y es de agradecer encontrarse con ejemplos así.
Para ese momento decisivo de revelaciones, la serie vuelve a recurrir a Agatha Christie. Fue el editor de la famosa novelista, quien en “El misterioso Caso de Styles”, la primera novela de la autora, le sugirió que la conclusión del relato se hiciera no en un juicio, sino en el el Gran Salón de la mansión, con todos los personajes reunidos. En un cierre teatral que se convertiría para siempre en el lugar común de la resolución de la mayor parte de las obras de la escritora (y de todos los que después siguieron su senda). Y en “Asesinato en el fin del mundo” esto no podía ser de otra manera, en un episodio final lleno de tensión y revelaciones, que tampoco defraudan a aquel que simplemente siga la historia como un misterio más de asesinatos en un lugar exótico.
Y esto es otro valor añadido, ya que vuelve a permitir que siempre sea el espectador el que elija en que nivel de lectura y profundidad quiere disfrutar la serie (lógicamente gustará más a quien más haya profundizado en todos los niveles de lectura que se le ofrecen). En “The OA”, por ejemplo, esto no era así y permitió que muchos espectadores se frustraran no entendiendo aquello que estaban viendo.
Podemos por lo tanto concluir que “Asesinato en el Fin del Mundo”, no sólo supone la vuelta triunfal de dos de los creadores televisivos más añorados por un cierto sector del público, sino que además viene a ser la actualización del “whodunit” que todos estábamos esperando y nos merecemos. Y por si esto no fuera poco, además es una fábula sobre la lucha que ya estamos librando, contra un lobo invisible que ha empezado ya a masticarnos desde hace tiempo, sin que nadie por el momento parezca ser consciente de ello.
Es una de las series más interesantes y complejas que se han estrenado este año, y además un gozo garantizado en cualquiera de sus múltiples lecturas, como toda buena obra de arte que se precie.
“Asesinato en el Fin del Mundo” es una serie limitada de siete episodios, y está disponible en Disney+.
Y hasta aquí, la newsletter de hoy. Volvemos la semana que viene, donde tendremos publicaciones en texto y audio, para celebrar un maravilloso e inolvidable año de ficción televisiva. A todxs, muchas gracias por llegar hasta aquí y por leerme. ¡Un fuerte abrazo!
Otra serie para la saca. Esta además es miniserie con lo que mejor que mejor. Me has gustado mucho el artículo y me ha vendido completamente la serie.
Seguro que es un acierto igual que Poker Face y Blue Lights que las he visto a raiz de tus recomentadaciones y me han encantado. Una pasada ambas series cada una a su manera.
Mis dieses a la serie, me ha encantado y me ha hecho pensar mucho en lo que ya está aquí y lo que está por venir. Y mis dieses a ti por este maravilloso texto que has parido y en el que te expresas como los ángeles