027| Luces de Belfast
"Blue Lights" demuestra que se pueden seguir haciendo obras maestras, contando lo que pasa en una comisaría de policía.
Bienvenidxs a la que posiblemente sea la última newsletter de este 2023; ya que durante mes y medio aproximadamente pararé en la escritura de artículos y reseñas aquí, en “Over the Top”, hasta la publicación de los tres artículos de final de año que resumirán todo lo acontecido en cuanto a series y televisión.
Tal y como os anuncié ya en la anterior newsletter, a partir de este punto, la publicación pasara a ser esporádica y sin periodicidad. Aunque eso sí, espero que sigáis disfrutando con los podcasts (que continuarán con su periodicidad quincenal habitual) y con las eventuales misivas que os sigan llegando a vuestro correo en meses venideros tras el parón, aunque sean ya a un ritmo mucho menor.
El año se va acercando a su fin, pero aún queda mucha tela seriéfila por cortar, ya que el final del Otoño suele ser temporada grande de “mantita y plataforma”, y la serie de la que os voy a hablar hoy, es fiel representante de esto. No es que el estreno de “Blue Lights” haya sido una sorpresa, ya que durante este último año ha sido uno de los grandes éxitos de la televisión británica, pero desde luego ha sobrepasado con creces mis más altas expectativas. Y hoy voy a tratar de transmitiros, las razones de por qué ha sido así.
The Responders
Antes de acercarse a “Blue Lights” hay que recordar un poco el contexto, el terreno sobre el que transcurre su historia y los personajes que dan vida a la misma.
La serie narra los primeros meses de tres novatos en periodo de prueba, como agentes de la policía en Belfast (Irlanda del Norte); algo que como podréis suponer condiciona absolutamente la historia, ya que ser policía en Belfast supone algo muy diferente de serlo en cualquier otra ciudad, y más si te toca patrullar a diario por sus calles; es decir, ser un “agente de respuesta” (un “responder” en inglés), los agentes en primera linea de actuación ante cualquier emergencia, delito o desastre a pie de calle.
Ser policía en Belfast supone enfrentarse a una serie de problemas que empiezan cuando cada mañana antes de montarte en el coche debes revisar los bajos de tu vehículo particular al salir de tu domicilio (espejito incluido); una de las consecuencias de pertenecer a las (llamadas por un sector de la población) “fuerza de ocupación”. Por que sí, el conflicto entre grupos unionistas y republicanos sigue generando brotes de violencia y disturbios en varias áreas de la ciudad. Y si bien es cierto, que desde los "Acuerdos de Viernes Santo” la sociedad norirlandesa ha evolucionado mucho, aún dista un buen trecho para que los viejos odios desaparezcan de los corazones de parte de la población.
Junto a esta peculiar característica propia de Irlanda del Norte, hay que añadirle al trabajo del policía de a pie, el tráfico de drogas y la delincuencia organizada; problemas persistentes en cualquier gran ciudad. Y más… porque los disturbios no sólo suelen ser de índole político o religioso, sino también socioeconómico en algunas de las áreas segregadas de la ciudad (como la deprimida zona norte, centro de actuación de la serie).
Así pues, tenemos delitos comunes, división entre la comunidad protestante y católica, tensiones en los suburbios y heridas arcaicas que no terminan de cerrarse y que requieren de respuesta policial constante para mantener la paz y evitar el estallido de conflictos mayores. En resumen, un desempeño complicado, no apto para todos que se resume perfectamente en una sola frase: Los agentes de calle en Irlanda del Norte, son los únicos del país que llevan armas de fuego cargadas en cada uno de sus servicios.
¿Y quienes son las personas que acaban haciendo tan ingrato trabajo? “Blue Lights” es la historia de algunos de ellos. De las razones que les llevan a aceptar esa labor y de las que les mantienen en su puesto día tras día.
No voy a descubriros aqui y ahora, la excelencia de la ficción británica (marca BBC) en cuanto a retrato de la labor policial, de la cual cada año tenemos excelentes ejemplos: Desde la ya mítica “Line of Duty”, a las más recientes “The Responder” o en este mismo año, la maravillosa “Happy Valley”. Fotografías de un Cuerpo de Policía, de un trabajo y de las personas, que siempre van mucho más allá de la simple descripción de su labor; añadiendo siempre un completo catálogo de matices, que van desde la introspección personal de cada uno de los agentes protagonistas de esas historias, hasta la exploración de todas las conexiones en la línea de mando y sus correlaciones con la política, o el retrato social y geográfico de su ámbito de actuación.
Y después de esto… ¿Se podía seguir haciendo otra serie más de policías en las calles y ser original contando algo muy diferente? Si, y “Blue Lights” lo ha hecho.
En “Blue Lights” tenemos todos los tipos de policía presentes en la historia, aunque sean los agentes de calle los protagonistas de la misma. Quizás precisamente para ensalzar y dar a entender mejor cual es su labor, podemos observar en contraste al resto de variantes del sistema policial norirlandés: Desde el trajeado y apolíneo detective investigador tan ajeno a la realidad, a los agentes del servicio secreto con su propia agenda, o los burócratas que nadan entre varias aguas y nunca se ponen de parte de sus agentes (salvo cuando optan por ponerse encima… de las más jóvenes). La serie deja claro su mensaje, sobre quien de verdad protege a los ciudadanos más desvalidos (como a ese pobre hombre que se emborracha y monta altercados, porque prefiere estar en la cárcel, que sólo en su casa), y deja también señalado desde un principio al héroe que encarna a la perfección ese arquetipo (maravilloso Richard Dormer como siempre… aquí y en “Rellik”, “Juego de Tronos”, etc.)
El agente Geral “Gerry” Cliff, es en “Blue Lights” el veterano que enseña a todos las reglas del juego para sobrevivir cada día, y es el exponente máximo de uno de los hilos conductores de esta historia que ya hemos escuchado infinitas veces, pero que no por ello es menos cierto: “Ama a la persona con la que estás”; lucha por los que tienes al lado, ya sean tus compañeros de batallón, de patrulla o de equipo… porque ellos son los únicos que a su vez lo harán por ti.
Annie Conlon: La chica que trataba de sobrevivir
Interpretada por Katherine Devlin (Blue Lights es su primer papel importante después de que apareciera anteriormente en la película de 2018 “The Dig” y en un episodio de “Vikings”).
Annie es el personaje que mejor ejemplifica el rechazo de ser policía por parte de esa sociedad, dividida y radicalizada. A través de su historia, vemos cómo debe de renunciar a su familia para mantenerla salvo y debe de quedar aislada con el único apoyo de sus compañeros, simplemente por el hecho de haber aparecido en una lista de objetivos, como tantos policías más del cuerpo. De esta manera se ve obligada a ocultar a los demás, cómo se gana la vida (algo ejemplificado en el caso del equipo donde juega, fuera de su ámbito laboral).
Annie representa a la nueva generación de norirlandeses para los que el conflicto empieza a ser algo lejano, y que ven en la Policía una opción laboral más, incluso una oportunidad para marcar la diferencia y desarrollarse profesionalmente. Entregados y comprometidos con aquellos que les rodean.
Es además una policía de carácter temperamental y noble, que se encarga de recibir todos los tortazos habidos y por haber al comienzo de la serie, y que simplemente hace su trabajo para sobrevivir y llegar a fin de mes. Un trabajo que sin embargo hace a conciencia, con un sentido del deber y de la responsabilidad absolutamente únicos, siendo la primera en descubrir que al final cuando todo falla, al único que tienes al lado es a tu compañero. De nuevo, “Ama a la persona con la que estás”.
Grace Ellis: La mujer que quería mejorar las cosas
Interpretada por Siân Brooke (Conocida por sus papeles como Eurus Holmes en “Sherlock”, Deirdre Young en “buenos Presagioss” y Aemma Arryn en “La Casa del Dragón”. También ha aparecido en “Ciclos”, “The Terror” y “Doctora Foster” entre otras…).
Grace busca mejorar las cosas desde la frustración que le producía no poder cambiar nada en su anterior trabajo. Y en el fondo, eso es lo que sigue siendo al principio de la historia: Una trabajadora social que se siente ajena en un mundo al que no pertenece, tratando de cambiar la policía desde dentro, a través de su óptica de “ayuda a los demás” (por encima incluso de sus obligaciones como policía).
Un espíritu de ayuda y compromiso con los más desvalidos (madres de delincuentes y sus hijos incluidos) que sin embargo escasea en el terreno personal, al ser incapaz de comprender a su propio hijo y de aceptar el problema racial por el que pasa en Belfast (resulta muy ilustrativo que tenga que pedir iluminación sobre el tema, viniendo de donde viene, a una de sus compañeras “afrobritánicas”, superada en sus intentos de abordar la cuestión).
La relación con su compañero Stevie, materializa de forma física y emocional su distancia con el propio cuerpo de policía al que pertenece. La evolución de la relación entre ambos, es la de ella con su propio trabajo a lo largo de la serie. Todo pasa de ser extremadamente distante, remarcándose en cada escena las muchas cosas que los separan (simbolizado por ejemplo en sus gustos musicales y en el contraste alimentario entre comida-gourmet de uno y comida-basura de ella) a un entendimiento que se adivina puede desarrollar algo más en un futuro.
En cuanto a su labor policial, la empatía que siente hacia la madre del proto-delincuente Gordy Mackle, es más propia de una trabajadora social que de una policía. Grace no sabe muy bien cómo hacer su trabajo de policía y siempre vuelve al terreno que ya conoce (el de asistente social) que en ocasiones está completamente fuera de lugar. Aún así, su enfoque humano de las situaciones más dramáticas, marcará la diferencia a la hora de la verdad, llegando donde muchos de sus compañeros no lo pueden hacer, y consiguiendo que se cierre el círculo de forma satisfactoria para el máximo número de personajes de la historia.
Al final, quien mejor acaba entendiéndola es su compañero. De nuevo, y aquí en todos los sentidos… “Ama a la persona con la que estás”.
Tommy Foster: El chico que estaba de paso
Interpretado por Nathan Braniff (Blue Lights es el primer papel de Braniff en pantalla).
Para Tommy, ser policía de calle, es un paso más (esperando que sea lo más breve posible) dentro de su carrera hacia la vía ejecutiva policial, como brillante joven universitario que es. Un paso que le desagrada en un principio y para el que no se ve preparado, ni motivado (ni siquiera es capaz de hacer una reanimación de una persona con sobredosis en su primera patrulla, provocando el caos). Su poca precisión con el arma es una metáfora de todo ello, y las tortas que se lleva en sus primeros servicios, suponen un duro golpe de realidad para él.
Perdido en sus inicios, tienen la suerte de caer como compañero de Gerry, un viejo agente de calle veterano y respetado, que le toma bajo su tutela. Las escenas iniciales del maestro y su “padawan” policiales, son las más divertidas de la serie y alivian la tensión dramática, pero van mucho más allá. A este respecto, Gerry, resultará fundamental en la evolución de su aprendiz, ya que al igual que le ayuda a mejorar en las pruebas de tiro, será capaz de reconducir esa vocación tan poco definida, ayudando a determinar su futuro: “El policía que permite crímenes no es un policía de verdad”. A lo largo de la serie le vemos evolucionar desde un rol que se asemeja más al de un becario de “Google” al de un auténtico policía de calle, con una inteligencia emocional y empatía plenamente desarrolladas. Ver su evolución, es uno de los elementos más satisfactorios de lo que se nos cuenta en todas la serie.
Tommy encuentra su objetivo vital, en la inspiración que sobre él ejerce su compañero, y aprende el “Ama a la persona con la que estás”.
Jen Robinson: La niña que buscaba aprobación
Interpretada por Hannah McClean (Ha tenido anteriormente papeles menores en series como “Josh” y “Sick Note”).
Jen no es ninguna novata en el cuerpo, ya que lleva dos años ya como policía, pero su historia complementa a la de los tres novatos protagonistas.
Aparentemente, es la funcionaria haragana que solo quiere estar frente al ordenador, rellenando informes y jugando al “buscaminas” . Es la hija de la Superintendente de Policía, metida en el cuerpo “con calzador” para que haga algo con su vida, y que acaba odiando el sitio donde está y el trabajo que hace (y a sus compañeros por ende) incapaz de revolverse contra el dictado materno y de encontrar sus propias aspiraciones.
Está atrapada en una relación materno-filial regida por el miedo a decepcionar; y a este respecto, resulta revelador un maravilloso plano de abrazo con su madre, donde vemos su mano temblando, incapaz de devolverle esa muestra de cariño.
Centrada en sobrevivir únicamente por sus medios, utiliza a su superior en su permanente huida de sus deberes, siendo uno de los personajes más antipáticos de la historia hasta su catarsis. Y esa catarsis llega solamente, cuando ve que puede estar a la altura de lo que se la exige, de lo que esperan sus compañeros de ella. Ahí recobrará la fuerza para elegir su propio camino. En ese sentido, es precisamente uno de sus compañeros el que al transmitirla una fe ciega en sus capacidades, provoca la respuesta que abre las puertas de su propia libertad.
All “Quiet” on the North Front
Dejando de lado ya la evolución de los personajes principales que es uno de los pilares más fuertes que sujeta a la serie, conviene detenerse unos instantes en el retrato del campo de batalla diario de nuestros policías. Ese campo de batalla donde todo permanece tranquilo y apacible hasta que alguien pronuncia la palabra maldita con “Q” (referida a “quiet”, en inglés). Es entonces cuando se desata el caos en las calles.
En “Blue Lights” se describe perfectamente el caldo de cultivo de la ciudad, sin mencionar siquiera en algún momento el problema entre católicos y protestantes. Pero está ahí, se masca, y la tensión la sientes en el cuerpo, aunque no la veas ni la nombres, no hace falta. Todo el mundo ya sabe que estamos en las calles de Belfast, y que los delincuentes comunes colaboran, o bien con la policía, o con los grupos rebeldes que aún hoy en día, persisten en el odio.
En la serie esto lo vemos a través de los ojos de una familia de delincuentes de poca monta, que centran la acción durante toda la narración. El padre, que sabe el terreno que pisa y sus limites, ejerce el crimen como una profesión cualquiera, simplemente como un sustento que debe de garantizar la seguridad económica propia y de su familia, respetando ciertos límites y ciertas reglas del juego, tomando partido por uno de los dos frentes abiertos en la sociedad norirlandesa.
El hijo, que tiene idealizado el hecho de estar al margen de la ley, vive en una burbuja de irrealidad, tratando de labrarse su propio camino y de impresionar a su progenitor, sin estar al tanto de las consecuencias de ejercer de “delincuente de TikTok” en un infierno invisible. Todos atrapados en unos roles de los que solo pueden soñar con escapar (por supuesto a la “Costa del Sol” española, que siempre parece ser el objetivo anhelado por toda la delincuencia británica, para un retiro dorado).
Junto a ellos otros personajes secundarios como esa madre, que ve como su hijo es arrastrado al igual que lo fue su marido antaño, al mundo de la delincuencia. Su angustia es parte del cultivo que transforma la serie por momentos en el relato de una sociedad deprimida y sin salidas, tan del gusto de la ficción británica, y que aquí está muy bien representada por ese Norte de Belfast.
Las Luces azules en Belfast
Pero si hay algo que destaca por encima de todo en una maravilla como “Blue Lights”, es su constante búsqueda visual y narrativa de la verosimilitud.
Una verosimilitud que por momentos se alcanza con un montaje vertiginoso en las escenas de acción policial. Las persecuciones por coche, con planos y angulaciones que se van alternando frenéticamente para que el espectador tenga la sensación de ir dentro del propio coche patrulla, son un bien ejemplo de ello, y son el reflejo de los meses que pasaron los guionistas de la serie en el asiento trasero de un coche patrulla por las calles de Belfast, tomando notas para reproducir fielmente lo que querían contar.
En “Blue Lights”, el ritmo de la serie sube con cada capítulo, y en la misma medida la historia va creciendo y se van desvelando las piedras ocultas de puzzle. Asimismo, se van estableciendo relaciones entre los personajes, conexiones y afectos basados en la empatía, que se corresponden de la misma manera con los que se generan en el espectador.
Pero es que además, hay planos significativamente compuestos con inusual maestría, y para ejemplo, voy a hablaros de dos pertenecientes al último episodio de la serie (el mejor, más complejo visualmente, y además uno de los mejores episodios de serie vistos este año): El primero de ellos es un plano general de Gordy, el joven delincuente que dentro de una celda extraordinariamente iluminada y marcada con rectas líneas azules, queda ubicado en un extremo del cuadro, para señalar de forma pronunciada su soledad y cómo debe afrontar la situación en la que se encuentra. Un remarcado visual que de alguna manera completa la magnífica narración de los hechos y ayuda a entender las posteriores decisiones del personaje y el cierre de la historia, que comienza precisamente en ese justo plano.
El segundo, mi plano favorito de toda la serie, es otro plano general en ese mismo episodio final, en el cual los protagonistas ven el vídeo del tiroteo de un compañero por parte de unos delincuentes. Una auténtica genialidad, al componer un plano asimétrico que de esta manera, muestra un gran vacío espacial a la izquierda; el mismo vacío que deja el compañero que ya no está, ni volverá a estar entre ellos.
“Blue Lights”, que en todo momento enriquece su retrato poderoso de vigor narrativo admirable, con un sinfín de encuadres sorprendentes e interpretaciones sobresalientes, cierra su primera temporada con una maravillosa panorámica final de una Belfast sumida en los ruidos de las sirenas que se escuchan como fondo. Las luces azules de Belfast, las únicas posibles, son siempre allí las de los policías que patrullan por sus calles.
Es una de las mejores series de este 2023 y es absolutamente imprescindible. No os decepcionará, y superará todas las expectativas que podáis albergar sobre ella.
“Blue Lights” consta de una temporadas de 6 episodios, y está disponibles en Movistar+.
Y hasta aquí, la probablemente última newsletter regular del año. La siguiente cita con “Over the Top” será en los podcasts que publicaremos durante las próximas semanas. Hasta entonces, un abrazo muy fuerte a todxs.