022| La Segunda Fundación
“Fundación” se convierte por fin, en la gran serie de Sci-Fi que todos esperábamos.
Bienvenidxs una semana más a la newsletter de “Over the Top” en plena “vuelta al cole”; un regreso que espero estéis afrontando con la misma ilusión con la que un niño forra sus nuevos y relucientes libros de texto (aunque sean electrónicos).
Esta semana toca hablar de una de las grandes sorpresas de este año (básicamente porque muy pocos daban un duro por ella tras su primer acto, yo incluido) y que no es otra que la segunda temporada de “Fundación”, la serie del catálogo de Apple TV+ que de inicio, fue una de sus apuestas audiovisuales más fuertes y que finalmente ha dado el salto que todos anhelábamos en estos últimos siete episodios de su segunda temporada.
Adaptando lo infinito
Cuando en Abril de 2018, Apple anunció que se quedaban con los derechos de la serie que Skydance Media estaba desarrollando bajo la batuta de Josh Friedman y David S. Goyer (autor entre otros guiones, de toda la trilogía del Batman “nolaniano”), los fans del clásico de Asimov enloquecieron.
El hecho de que Robyn Asimov (hija del escritor) se convirtiera en productora ejecutiva de la serie, unido a la chequera infinita de Apple, garantizaban la fidelidad y los medios necesarios para adaptar un relato, que figuraba con mayúsculas dentro de la cada vez más escueta lista de obras literarias inadaptables al cine o a la televisión. Quizás en su euforia, tanto ellos como nosotros olvidamos el significado de la palabra “inadaptable”, que en su adecuación a un guión “rodable” y “emitible” suele implicar, y de hecho aquí ha implicado, numerosos sacrificios respecto a la obra original.
Al fin y al cabo, contar “una partida de ajedrez que transcurre durante más de 1.000 años” (como Goyer siempre se encarga de repetir), implicaba modificaciones para no tener que mudar el “casting” cada dos capítulos, e inevitablemente acabó alumbrando los polémicos clones imperiales, los recurrentes viajes “ultracongelados” de algunos protagonistas, y las diferentes representaciones (físicas y espirituales) de la mente de Hari Seldon, que tanto han rechazado los que aman las novelas originales, pero que han permitido contar con un “casting” estable durante las en principio, ocho temporadas previstas de la serie. Temporadas por cierto, que dan grandes saltos narrativos entre sí y que podríamos denominar como en parte, auto-conclusivas.
Pero además, la “Fundación” de David S. Goyer y Friedman, resultó ser una adaptación muy libre donde se cambiaron de género a varios personajes como en los casos de Gaal Dornick, Salvor Hardin o Eto Demerzel; además de utilizar a algunos provenientes de las precuelas de las novelas originales, como Raych o la propia Gaal; y de esta forma, acabar mezclando sus historias o prolongándolas más allá de la idea original de Asimov, en una condensación un tanto extraña y aún menos comprensible para los fans de las novelas.
Con todo esto, lo peor que le pudo pasar a “Fundación” y que finalmente fue lo que convirtió su primera temporada en un cierto fracaso, fue lo anodino de su desarrollo en prácticamente todas sus tramas. Para cuando estalló la primera crisis entre “anacreontes” y “tespinos” al final de la primera temporada, la mayor parte de la gente (incluido yo) tenía ya la serie de fondo, mientras planchaba camisas. Todo ello por culpa de una serie aburrida y sin alma.
Sólo cabía esperar si esta iba a ser una de esas series que Apple transforma en sus segundas temporadas completamente, o si la nueva tanda de episodios terminaría por hundir el proyecto definitivamente al mejor estilo “Costa de los mosquitos”.
Para nuestra alegría y disfrute (y el de Goyer y Apple), ha sido lo primero.
Imperio y Cristiandad
En cuanto al trasfondo de la historia, cabe siempre aclarar que la “Fundación asimoviana” no deja de tener como tema central el proceso de caída de una civilización inexpugnable y sin fisuras que no esconde en ningún momento su inspiración en la “Roma Imperial” (de la cual Asimov era un estudioso, con algún que otro libro publicado sobre el tema). Las novelas parten del último estertor de poder omnipotente del Emperador Cleón (“Cleones” en plural en la serie), y del ligero rumor incómodo que suponen los trabajos y profecías de Hari Seldon, el matemático que a través de la “Psicohistoria” anunciará el colapso total del mundo conocido hasta ahora, y por lo tanto, del todopoderoso Imperio.
Una “Psicohistoria” que usa complejas ecuaciones y cálculos matemáticos, para elaborar una previsión del futuro de la humanidad a mil años vista; casi como esos imperceptibles detalles que a veces en nuestra vida (si nos fijamos bien) tienden a indicarnos que una relación sentimental o actividad laboral, desarrolladas durante un tiempo de la misma forma (al fin y al cabo un “status quo” de algo) empiezan a tender hacia un final y cambio irreversible. Cambios venideros, respecto a los que se puede emprender acciones hacia adelante que los hagan más placenteros, o bien oponerse, aferrándose a lo conocido con cierta violencia.
El destierro imperial de lo incómodo, por otra parte perfectamente planificado y previsto por Seldon, alumbrará la “Fundación” en el planeta de exilio “Términus”. Un nuevo comienzo para la humanidad, de los que en un principio, parecen meros enciclopedistas “Ilustrados”, pero que acabarán jugando un sorprendente papel conforme pasan los años.
En mi opinión, es en este punto cuando surge uno de los paralelismos más fascinantes de esta historia; el que asimila el crecimiento de la “fundación” al desarrollo del cristianismo, que en esta segunda temporada se ha podido ver de forma mucho más clara, con el desarrollo de una religión “seldoniana” dispuesta a convertir a los bárbaros de los confines exteriores, en adeptos devotos a las enseñanzas del profeta Hari Seldon, mediante el uso de trucos propios de ilusionistas y en base a la transmisión oral de “la palabra” del profeta, llevada a cabo por sus primeros discípulos.
Por si esto fuera poco, Goyer en la escritura ha decidido subrayar la correspondencia entre ese “triunvirato” imperial “cleónico”, con el que co-protagonizó Julio César y la posterior “Gens Julia” de los primeros emperadores romanos a partir de Augusto; en un paralelismo que incluye ya de inicio, la incipiente decadencia (aquí genética) de todo el sistema, tras las sucesivas iteraciones (clonaciones) del poder imperial heredado.
Y claro, ese incipiente cristianismo que comienza siendo una mera amenaza ideológica, acabará desafiando al Imperio, e incluso (si finalmente sucede como ocurrió tras la caída de “Roma”) perpetuando sus valores en los siglos venideros. A este respecto, en la serie el propio Seldon se refiere al desarrollo de la religión basada en sus enseñanzas, como una etapa necesaria dentro del crecimiento de la “Fundación”, sin ocultar que finalmente el objetivo de la misma es sustituir al Imperio implantando un nuevo orden (por supuesto mejor).
Pero… ¿No hemos vivido ya esto precisamente en la historia de la humanidad? ¿No se convirtió la Iglesia Romana con el paso de los siglos, en garante y conservadora de muchos de los aspectos culturales del Imperio romano? Y no hablo sólo del latín, sino también de parte de su estética visual, e incluso de su organización jerárquica con “Papas-Reyes” sustituyendo o incluso ungiendo a nuevos emperadores a su servicio; pero sobre todo acabó convirtiéndose durante siglos, en custodia y filtro del conocimiento, a través de sus monasterios y bibliotecas (tras la quema y criba de la de Alejandría).
La serie saca todo esto a relucir en su guión, pero ya estaba en buena parte de la obra de Asimov, en esa “fundación” que actúa de arca del saber y del conocimiento de todo el universo conocido. ¿Realmente hablamos de un nuevo comienzo para la humanidad? Bueno… relativamente.
Si la comparación es bastante obvia en el guión de Goyer, visualmente se expresa aún de forma más clara, y sobre todo en esta segunda temporada. Al diseño de vestuario y de producción, se incorporan escenas completas en distintos entornos arquitectónicos pertenecientes a la cultura y artes romanas, como ese “Circo” donde Cleón XVII presenta a la futura nueva emperatriz (a la que por cierto, sólo le falta dar de cenar higos a su futuro cónyuge). Pero hay decenas de detalles visuales o narrativos más: El general condenado a trabajos forzosos en unas minas, la prescriptora y todas sus intrigas políticas subyacentes; los mosaicos “romanos” de vivos pigmentos que decoran las paredes del palacio imperial, la visualización de la propia Trántor… Todo recuerda a “Roma” en el comienzo de su caída y en su lucha por erradicar a la futura e inevitable nueva religión dominante; un nuevo orden que acabó sustituyéndola como regente de la cultura y gobierno occidentales.
La Fundación 2.0 Pro Max
Pero dejemos los simbolismos más o menos ocultos que tan de relieve se han puesto en esta recién acabada temporada, y abordemos las cuestiones puramente televisivas: ¿Qué ha cambiado en “Fundación” diez episodios después para que algunos hayamos pasado de vomitar bilis a escribir sobre ella?
En primer lugar, el que la serie por fin haya cumplido el primer mandamiento sagrado del “dios” Billy Wilder: “No aburrirás a tu prójimo”. Y es que, salvo quizás su primer par de episodios, la segunda temporada de “Fundación” ha sido trepidante. Y no sólo por la inclusión de nuevos personajes entrañables, que además han propiciado momentos de alta intensidad emocional (y de aventura galáctica) como el/la “hermano” Constant y Hober Mallow (un Han Solo en toda regla) o por aquellos que brillan en zona de grises como el General Bel Riose; sino sobre todo por la aparición de villanos de verdadero calado dentro de la trama, y de otros destinados a cambiar el orden preestablecido desde la primera temporada.
En segundo lugar, se ha tratado de reducir (aún no del todo) la densidad de muchos de los conceptos “asimovianos” que manejan las novelas, relacionados sobre todo con la “Psicohistoria” y ese “Primer Radiante” cuántico, que como Dios, está en todas partes y permite la conexión más allá de lo material; algo que puede resultar un tanto desesperante para el espectador medio y que te puede sacar de la trama con la sensación de que no estás llegando a entender nada de lo que se dice o se ve. Los “soliloquios” de Hari Seldon se han limitado ciertamente en extensión y complejidad, y se ha logrado mantener al espectador dentro de la acción de la forma más visual posible, a través de giros de guión y “enroques” magistrales.
Por último, la inclusión mencionada de muchos más personajes en cada una de las tramas, ha enriquecido con diferentes puntos de vista la narración, ampliando el campo de visión del espectador sobre aquello que se le estaba contando; algo que es fundamental para eliminar cierta teatralidad presente en la primera temporada (sobre todo en las escenas de Trántor) y que ha permitido además ampliar el radio de empatía del espectador y una mayor implicación de éste, con aquello que se le estaba contando.
Al final lo más importante en esta segunda temporada, es que se ha conseguido transmitir emoción e interés por una historia que dejaba más que frío en su primera tanda de episodios; convirtiendo el “cartoné CGI” en carne, sudor y sangre o mostrando las cartas propias del género de ciencia-ficción al que pertenece la serie. Y todo ello por supuesto, al apoyarse en el mejor y más caro diseño de producción posible, marca Apple, al mejor estilo Pro Max con carcasa de Titanio.
Pero eso no es todo. La cada vez más frecuente mención al verdadero antagonista de toda la saga, “The Mule” (nombrado en la primera temporada simplemente, y aquí visto ya en un recurrente “flashforward”) nos hace albergar serias esperanzas sobre el despegue definitivo y total de la serie para sus siguientes temporadas.
La Corte de Cleón
Analizando ya los diferentes escenarios, en Trántor durante esta temporada, todo y nada ha cambiado. Los esfuerzos de Cleón XVII por hacer frente al temor de que las teorías de Hari Seldon se cumplan (una vez comprobados los primeros signos de degeneración clónica) se centran en instaurar una nueva dinastía. Para ello elige a la Reina Sareth de la “Nube Dominio” como futura emperatriz, esposa y germen de un hijo que inaugure una nueva era de esplendor imperial. Las maniobras de Sareth y de su prescriptora Rue, cada una con una agenda oculta propia que cumplir, convierten en un apasionante juego de política e intrigas, todo lo referente a la Capital Imperial.
La revelación del origen y condición de los propios emperadores, y de aquel que los controla, resulta en un giro argumental que obliga al espectador a adoptar una nueva perspectiva sobre aquellos a los que rápidamente hasta ahora habíamos despachado con tópicos y desdén. De paso, confiere una profundidad asombrosa a la serie, y es ahí donde Friedman y Goyer brillan, en contraste con lo plano que se presentaba el Imperio en la primera temporada.
Y si los personajes están mejor construidos, los actores obviamente brillan más. La interpretación otrora aburrida y automática de Lee Pace, se revela aquí en su Cleón XVII, como brutal, enérgica y llena de matices. Pero es que tanto Ella-Rae Smith (en el papel de la frágil y a la vez sexual Reina Sareth) como Laura Birn (Demerzel) no se quedan atrás, transmutando el relato en algo auténtico y creíble en base a la profundidad de sus interpretaciones y personajes.
Pero si hay un personaje que haya sobresalido por encima de todos en estos últimos episodios, éste ha sido el de la eterna guardiana del orden establecido. Víctima y verdugo, la eterna emperatriz es de lejos el personaje más complejo de toda la serie, actuando además de puente con la saga robótica “asimoviana” y muchos de sus temas, como las tres leyes fundamentales y sus excepciones, la humanidad de lo artificial y sus contradicciones. Erigida en protagonista “demiúrgica”, su absoluta relevancia tras esta segunda tanda de episodios, la convierten en alguien que pueda trascender al desarrollo de la propia saga y en todo un icono televisivo de cara al futuro. Y sí, yo también estoy pensando en un “spin-off” sobre su personaje; sólo hace falta que Apple dé luz verde a la apertura de ese tipo de “melones” con ¿por ejemplo, “Ted Lasso”?
El evangelio según Seldon
Por otro lado en Términus y sus planetas circundantes, en esta segunda temporada hemos visto el desarrollo de la “Fundación” un siglo después; ya como potencia científica y militar. Dispuesta a afrontar su segunda crisis y a hacer frente a las represalias del Imperio, que está a punto de descubrir un miedo mucho más físico frente a la herencia de Hari Seldon.
La segunda apertura de la “Bóveda”, la aparición del contrabandista y aventurero Hober Mallow (Dimitri Leónidas) en un giro de guión que se narra mucho más adelante, y la presencia de esa pareja de simpáticos sacerdotes rojos en misión apostólica y luego diplomática, así como el desenlace de la misma, supone la mayor parte de aventura y disfrute de la serie hasta ahora, y la que genera más aplausos por parte del espectador.
Constant (Isabella Laughland) es aquí una predecesora de la “Leia” de Lucas, pero también conforma una cierta pareja cómica “droidística” con Poly (Kulvinder Ghir), el veterano sacerdote borrachín que vive del recuerdo de la primera apertura de la “Bóveda” (cuando era niño). Juntos encarnan la fe un tanto irracional e inquebrantable de los primeros discípulos que han conocido las enseñanzas de Seldon por otros y aceptan la misión de difundirlas por los confines externos del Imperio: El fanatismo en el servicio. Sus ojos, son también los del espectador a la hora de mostrarnos los cambios aparentes y externos de esa “Primera Fundación” de Términus, asentada sobre los pilares del conocimiento científico, el ejercicio religioso y el crecimiento militar.
Y si en la primera temporada “Terminus” parecía un pueblo de la “España vaciada”, dónde nada sucedía y poco parecía importarle a nadie lo que allí ocurriera, en esta segunda se torna parte fundamental de las simpatías y sentimientos del espectador. Porque la humanización de muchos de los componentes de la serie, no se ha ceñido sólo a los personajes, sino también a muchos de los lugares donde transcurría la historia y al destino que ésta les deparaba.
La Sombra sobre Ignis
Y si de lugares en otra parte y en otro tiempo hablamos, los tres viajeros temporales y atemporales protagonistas de nuestra historia (fuera de la lógica de lo escrito por Asimov) acaban llegando al planeta Ignis, dispuestos a desarrollar allí una “Segunda Fundación”.
Previamente habíamos asistido a las consecuencias del encuentro final de la primera temporada, y a la difícil aceptación de alguien tan unido y tan separado a la vez de ti . Habíamos también presenciado, el ininteligible juego de encarnaciones y conciencias de un Hari Seldon que suele aparecer y desaparecer de la serie cual conejo en chistera (no siempre de forma clara y correctamente explicada), y habíamos podido barruntar también, una perspectiva del futuro más inmediato de la historia cien años adelante.
Tras todo ello, llegamos a Ignis; el hogar de una especie de secta refugio para “mentálicos” (las personas con capacidades psíquicas perseguidos y cazados por todo el imperio), que acaban allí refugiados bajo el liderazgo de una beatífica hada benefactora: Tellem Bond (maravillosa Rachel House); la cual, no parece muy dispuesta a convertir su casa en una sucursal franquiciada de la fundación “seldoniana”.
Pero el aparente paraíso pronto se tornará en pesadilla “lovecraftiana” dando pie a un relato de horror cósmico y connotaciones “yithianas”, en lo que es la parte más desasosegante y angustiosa de toda la serie hasta el momento. El ritmo de revelación de que no todo está bien, y su dosificación dentro de la historia, se ejecuta aquí de forma maravillosa y acaba dibujando a uno de los más terroríficos villanos de toda la saga (escrito por cierto, exclusivamente para la serie). Simplemente delicioso.
Nada que añadir por cierto, sobre el trabajo del gran Jared Harris (siempre espléndido) y unas acompañantes más que correctas, tanto en el caso de Leah Harvey como de Lou Llobell (aunque ésta última venga lastrada en su versión en español, por su infame auto-doblaje que obliga a ver la serie sí o sí en V.O.).
El mayor espectáculo del mundo
Finalizando ya este breve análisis, cabe preguntarse en cuánto influye el nivel de calidad visual de una producción, respecto a la conquista de las audiencias. Probablemente historia e interpretaciones sean más determinantes, pero el espectáculo de la gran Ciencia-ficción en 4K y televisores de pantalla gigante, es mucho espectáculo, y más si es Apple quien está detrás quemando dinero y haciendo las cosas bien “cueste lo que cueste”.
En “Fundación”, su apuesta más alta para su servicio de “streaming”, Apple no ha escatimado en nada: Desde la filmación en decorados reales, hasta el uso de maquetas impresas en 3D, que relegan la pantalla azul al mínimo imprescindible; y más… un diseño de vestuario que conforma una completa fantasía, una fotografía que brilla en todo su cromatismo y definición… ¡Todo a lo grande! porque Hollywood está ahora en Cupertino.
Igualmente, las secuencias de combates espaciales, los distintos planetas y razas presentados, las escenas de masas y explosiones, los efectos visuales y en definitiva, la recreación de los mil años de mil mundos, deja más que satisfecho cuando no entusiasmado y rendido al espectador, ante lo que es una factura completamente cinematográfica. Puro disfrute para la vista.
La segunda temporada de “Fundación” no sólo corrige todos los fallos y errores de la primera (como haría Apple con cualquiera de los sistemas operativos de sus productos tecnológicos) sino que da un gran paso adelante para contar su propia historia (alejada en buena parte de la obra original de Asimov) y hacerlo de forma brillante; convirtiéndose así, en la mejor serie de Ciencia-ficción de los últimos años.
“Fundación” consta de diez episodios en su primera temporada y de diez episodios en su segunda temporada, y está disponible en AppleTV+ por 6,99€/mes.
Y hasta aquí la newsletter de esta semana, espero que os haya gustado o que al menos os haya servido para darle una nueva oportunidad a esta gran serie con mucho recorrido aún por delante. Espero vuestros comentarios al respecto tanto en este mismo post, como en nuestra comunidad de Telegram donde podéis uniros para comentar todo sobre series, cine, deportes en “streaming”, plataformas e incluso tecnología.
Y una cosa más…
Este Viernes 22 de Septiembre, estamos de estreno.
En primer lugar, porque inauguraremos nuestra nueva sección “Over the Top” dentro de la tienda de nuestros amigos de “Fuera de Series”, en la que podréis encontrar todo tipo de productos relacionados con este proyecto.
Y en segundo lugar, porque estrenaremos nuestro nuevo programa mensual en formato podcast: “OvertheTop Plus+”, junto al que a partir de ahora será mi socio y compañero en los contenidos de audio de “Over the Top”; recuperando y mejorando el formato del antiguo “Serial Me!”, que muchos de vosotros recordaréis de aquellos maravillosos tiempos de, primero “H2O podcast”, y posteriormente “AV podcast”.
Así que esperamos teneros al otro lado de los auriculares en menos ya de cinco días. Mientras tanto, recibid un fuerte abrazo todxs.
022| La Segunda Fundación
Sin duda una segunda temporada mejorando lo que ya vimos en la primera. Visualmente espectacular. Una producción impresionante en todos los niveles. Una gozada desde el inicio de los títulos de crédito.
Solo me chirría lo mediocre que, en ocasiones, resulta la historia “de los buenos” frente a la poderosa historia de lo que respecta al imperio.